Todos necesitamos amor: compartir antes de recibir!

Probablemente no soy la primera persona que usa una comparación militar cuando se trata de la educación de los hijos (y probablemente no seré la última) pero investigadores descubrieron algo interesante cuando estudiaron a soldados haciendo su entrenamiento militar. Los soldados que ayudan a otros llevando parte de su equipo o que ayudan a motivar a otros en una dificultad, sinten que el riguroso entrenamiento es más fácil. Estos se desempeñaron mejor y estuvieron menos estresados que los soldados que estaban totalmente enfocados en alcanzar su meta.

Aplica igual en nuestra vida como padres. Cuando estamos bajo mucha presión; cuando estamos haciendo malabares con muchas cosas y nuestros hijos están peleando unos con otros o están siendo irrespetuosos o tal vez sólo preguntando algo; cuando sentimos que vamos a explotar, es momento de salir de nosotros mismos y ayudar a alguien más –muy probablemente a ese niño que está actuando para llamar nuestra atención. En vez de confundir a nuestros hijos con otra causa de nuestro estrés, podemos verlos como alguien a quien ayudar y al hacerlo, ayudarnos a nosotros mismos.

Esto parece contra-intuitivo, los aspectos más importantes de la vida espiritual son lo contrario de lo que parecen. Por ejemplo, el siguiente principio espiritual puede sonar al revés pero funciona: Compartir es una mejor estrategia que recibir, no importa lo que sea que quieras.

Entonces  ¿Cómo funciona cuando estás desesperado con tus hijos? Prueba esto: La próxima vez que tu niño se esté comportando en una forma que presiona hasta tu último nervio, sal de ti mismo y escucha lo que tu hijo está diciendo. ¿Qué es lo que realmente quiere? Esa crisis por no salir a tomar un helado puede ser una forma de decirte que sería agradable hacer algo como familia. Tal vez no podamos salir por un helado pero ¿Por qué no jugamos juntos un juego de cartas?

En la pared de la cafetería local hay un letrero que dice, “Todos necesitamos amor.” No puedo estar más de acuerdo. el propósito de nuestras vidas es ser una mejor versión y amar incondicionalmente. Así que ¿Por qué no podemos encontrar ese amor cuando lo estamos perdiendo con nuestros hijos? Porque pensamos que el amor es un sentimiento. No lo es. El verdadero amor no es una emoción; las emociones vienen y se van. El verdadero amor es conciencia. Es un estado que podemos evocar al compartir. No estoy diciendo que sea fácil, pero al menos podemos buscar el amor en los lugares correctos. Está dentro de nosotros. Cuando compartimos quitamos los velos que lo esconden y entonces de alguna manera, por arte de magia, nuestra vida se vuelve más fácil. Suena al revés, pero funciona. Funciona en el campo de batalla y funciona en la educación de los hijos.