La misión

El deseo es una parte esencial que nos hace ser humanos. Es lo que nos impulsa a llenar nuestras necesidades básicas y finalmente a buscar la sabiduría y la plenitud. Cuando queremos lograr algo, dirigimos nuestros deseos hacia una meta específica.

Tomando en cuenta lo caótica que puede ser la crianza de los hijos, he encontrado en el mundo de los negocios una herramienta que puede ser de mucha ayuda para mantenerme concentrada en mi objetivo. Como ya sabrán, a menudo las empresas crean una “declaración de misión” de su objetivo o propósito, con la finalidad de tenerlo en mente cuando de manera atropellada se van abriendo camino para sobrevivir y tener éxito. Por ejemplo, la misión para Starbucks es, “Inspirar y nutrir el espíritu humano –una persona, una taza y un vecindario a la vez.”

La gran diferencia es que la educación de los hijos es una labor tan grande comparada con la venta de un producto. Sin embargo, podemos crear una declaración de objetivos para ayudar a aclarar y enfocar nuestros deseos como padres. Una declaración de misión para la educación de los hijos podría ser la respuesta a la pregunta, “¿Qué deseo para mi hijo?” En mi caso la respuesta es: Quiero que mis hijos sean quienes son y se sientan libres de expresar sus sentimientos.

Sugiero que tomes un momento para hacer esto ahora. Sólo completa la siguiente frase: Quiero que mi hijo se sienta (o sea)…

Ahora echemos un vistazo al siguiente escenario imaginario. Una madre llega a casa después de ir al supermercado. Cuando entra a la cocina ve a sus dos hijos pequeños en el piso jugando con un montón de harina, huevos y leche. Horrorizada está a punto de perder el control cuando recuerda lo que en su camino a casa venía pensando en el coche –que para ella como mamá lo más importante es que sus hijos se sientan amados sin importar lo que pase.

Con toda la calma posible dice, “¿Niños qué están haciendo?”

Orgullosa su hija contesta, “Emiliano y yo estamos haciendo un pastel de cumpleaños para Papá. Le íbamos a pedir ayuda pero está ocupado trabajando, por lo que va a ser una sorpresa.”

Por supuesto en el acto, el resto de tu enojo se evaporó.

Este escenario señala cómo todos los padres –y nuestros hijos- nos podemos beneficiar cuando nos tomamos un momento para recordar el deseo fundamental para nuestra familia. Ahora echa un vistazo a la declaración de deseos para tus hijos. Luego piensa en algún momento difícil en casa y la manera en que respondiste. Si te hubieras tomado unos segundos para recordar tu declaración, ¿Hubieras actuado distinto?

No olvides que a medida que tus hijos crecen o si las circunstancias cambian, puedes cambiar tu declaración de objetivos (Starbucks lo hizo). Inclusive puedes crear una distinta para cada hijo, aunque sugiero que la mantengas lo suficientemente simple para que puedas recordarla en el calor del momento. En lugar de reaccionar, puedes detenerte y preguntarte, ¿Qué es lo que realmente deseo para mi hijo? Recuerda, tu deseo debe ser sobre tu hijo, no sobre ti. ¿Cómo quisiera que se sintiera él o ella?

El principio espiritual para este trabajo trata uno de los problemas más espinosos que como padres enfrentamos: ¿Cómo puedo tomar buenas decisiones de corto plazo en el caos familiar cotidiano? La respuesta es, crear objetivos de largo plazo y tenerlos en mente. Conocer los efectos de nuestras acciones, incluso se pueden extender más allá de esta vida, nos motiva y enfoca en el deseo para nuestros hijos y para recordar esa declaración de deseos cuando estamos más propensos a reaccionar de manera que podríamos lamentar.