“Toda situación es una bendición, o una maldición si decides verla así. Tu experiencia de vida depende de ti”. -Karen Berg
Llegar a un país extranjero en busca de un nuevo futuro representa lidiar con muchos retos, no solo de idioma y de costumbres sino de estar lejos de tus seres queridos.
Estas semanas han sido quizás las más difíciles desde nuestra llegada a E.U., porque después de un intenso verano de aventuras y de pasar mucho tiempo con la familia, se presentó nuestro primer mes patrio lejos de la tierra que nos vió nacer y que hace extrañar aún más nuestras tradiciones. Y luego días después un terremoto sacude a México y nuestros corazones también tiemblan con el, porque aunque ahora estamos lejos de la tragedia, nuestros pensamientos están allí con nuestra gente, nuestros amigos, nuestro pueblo.
Creo que todos los que estamos lejos, en estos días sentimos la impotencia de no poder estar allí para tender la mano a los que lo necesitan, o para dar esperanza a quienes lo han perdido todo. Y si no ayudamos parece que nos invade un sentimiento de culpa por encontrarnos bien, por seguir con nuestra cómoda vida libre de tragedia.
Pero lejos de eso, esta es una buena oportunidad para despertar cada mañana y agradecer que aquí seguimos, orar por nuestra gente y cooperar con nuestros paisanos en lo que desde la distancia nos permita. Porque siempre que haya voluntad se puede ayudar, pues en donde quiera que estemos encontraremos carencias y es nuestro deber arrimar el hombro. En estos momentos en que la tierra parece estar dando gritos de desesperación, debemos transmitirle paz y solidaridad. Porque ayudar es un asunto de consciencia, siempre que se puede y no solo durante los momentos de tragedia.
Hoy más que nunca debemos de hacernos el recordatorio diario de tenernos fe y agradecer por nuestra vida. De convencernos a nosotr@s mismos que merecemos cosas buenas. Hay que sonreírle al futuro, aprender del pasado y tener la certeza de que lo mejor está por venir, porque después de las enormes dosis de solidaridad que ha demostrado México, el efecto solo puede ser positivo.
Como me gusta creer que los desafíos son buenas oportunidades, en lugar de dejarme convencer que son obstáculos, estoy encontrando en la soledad de la distancia mucha inspiración para escribir y estar en calma. Y cuando nuestra mente está en calma, somos más capaces de encontrar paz y vivir felices.
Si has trabajado para encontrar tu tranquilidad, tienes derecho a cuidarla. Nos llenamos de preocupaciones y noticias ajenas y escuchando a los demás nos olvidamos de escucharnos a nosotros mismos, nos llenamos de oscuridad y no dejamos salir la luz que el mundo tanto necesita en estos momentos. Rodéate de personas y frecuenta lugares que te hagan bien.
La distancia también es una buena oportunidad para perdonar y empezar a caminar ligero. Ya que la vida es más vida en esos momentos en donde vas siendo feliz sin hacer recuento, sin mirar el reloj, ni preguntar por qué o hasta cuándo. Perdona al que se fue, abraza al que está llegando, agradece al que permanece y aprende de todos. Busca la felicidad en lo que tienes y no en lo que sientes que te falta, pues la felicidad no es consecuencia de tenerlo todo, más bien es una consecuencia de apreciar todo lo que tienes.
“Tener un lugar a donde ir es un hogar. Tener alguien a quien amar es una familia. Tener ambos es una bendición”. -Donna Hedges.