Poniendo orden en casa para despejar nuestra mente

Los cambios de estación siempre han sido el mejor pretexto para dedicarme a una de las actividades del hogar que más me relajan.  Quienes me conocen saben que organizar mi closet es para mí la mejor terapia; yo pensaba que era una cosa mía, pero hace poco me dí cuenta que no estoy sola en esta locura y que hay incluso libros enteros que se dedican a enseñarte la mejor manera de organizar las cosas en tu casa para alcanzar la felicidad.

Yo sin ser una experta, sino una simple fanática de la organización y el orden, debo confesar que al decorar mi casa y arreglar mi closet, mágicamente las ideas empiezan a fluir y mi mente se empieza a despejar de ansiedad y dudas. Creo que cuando vives en un lugar en el que te sientes cómoda, te vuelves mucho más productiva.

Cuando organizas una habitación o los armarios de tu cocina, no solo estás clasificando y descartando objetos, también estás organizando tus ideas. Siento que desechando todas aquellas cosas que ya no te sirven o simplemente dejaste de utilizar, renuevas la energía, alguna vez lo comenté en otro post. De hecho el feng-shui dice que hay que sacar cosas viejas para darle espacio a otras nuevas.

Y es que si lo analizamos, una casa y nuestra mente tienen mucho en común, en uno guardamos la ropa, accesorios y utensilios que utilizamos diariamente y en otra las historias, pensamientos y emociones que conducen nuestro día a día. Tal y como sucede con una habitación o un closet desbordado de cosas, nuestra mente puede exceder su capacidad y amontonar pensamientos que no nos ayudan a discurrir con claridad.

Si hacemos detox de nuestros cuerpos para lucir bikini en verano, ¿por qué no hacer limpieza en nuestras vidas para despejar nuestra mente de pensamientos y emociones tóxicas? Por eso, eliminar el exceso de objetos puede ser un gran comienzo.

Si te vas a poner a la tarea de ordenar tu closet o tu casa, a continuación te doy unos pequeños consejos:

Mentalízate para desechar todo aquello que no te aporte alegría, por ejemplo esos pantalones que son un recordatorio de que subiste de peso, pero que guardas por si algún día te pones a dieta, solo te quitan espacio y te roban la paz. Deshazte de lo que te amarga, te frustra o te entristece. Para muchos es difícil deshacernos de cosas por el valor material que estas suponen, pero piensa que acumular cosas que no aportan nada a nuestras vidas, supone un precio emocional mucho más caro. Además en economía, existe el concepto de “costo irrecuperable”, que como no puede recuperarse, no debe influir en las decisiones de la empresa. Si piensas en tu casa como una empresa y comprendes bien este concepto, esto puede ayudarte a tomar decisiones más racionales sobre qué conservar y qué tirar.

Crea primero un sistema de clasificación. Antes de empezar a organizar, es buena idea que pongas las cosas en varios montones o cajas. Por ejemplo cosas que se pueden arreglar o reciclar, cosas que se pueden vender, cosas que puedes donar y lo que se va directamente al contenedor de basura, si no te sirve a tí, seguramente no le servirá a nadie más.  Crea también tus propias reglas, por ejemplo cuando se trata de prendas de ropa, accesorios, maquillaje o juguetes, si tienen más de un año sin utilizar es hora de que te deshagas de eso. Para cremas, comida y medicamentos es mucho más fácil tomar decisiones, ya que casi siempre tienen fecha de caducidad, pero aún así es buena idea que mires que vas a utilizar realmente antes de que expire por si alguien más puede hacer uso de ello.

Organiza una zona a la vez. Aunque es verdad que las mujeres somos multifuncionales y podemos hacer mil cosas a la vez, en el caso de organizar es mejor ordenar por áreas. Si intentas organizar todo en una sola jornada intensiva, lo más seguro es que te canses y lo dejes todo a medias. Es mejor que una zona quede completamente organizada para que veas el progreso y te sientas motivada a terminar el resto.

Finalmente, termina lo que empezaste. Al hilo del punto anterior, no dejes nada sin acabar, si llenaste varias bolsas de ropa para donar, llévalas de una vez al centro que las necesite. Si vas a arreglar algo roto, subelo al coche para que a la primera oportunidad lo lleves a donde corresponda. No postergues nada, no dejes las cosas que ya tienen destino reposar en tu casa durante otro mes cogiendo polvo.

Recuerda que el caos te impulsa a colocar las cosas en orden y hacerte más fuerte para volver a empezar.