Si te preocupa morir, quizá no estás vivo

Te ha pasado que de pronto estás rodeado de personas que parece que disfrutan cada minuto de la vida a carcajadas, que estando en cualquier lugar su luz es tan grande que irradian paz, felicidad y armonía? Pero, aun mejor, te ha pasado que haces cosas como rutina?

Pues aquí estamos! Viviendo en un mundo lleno de ruido, el tráfico, la gente, el trabajo, la rutina, momentos que, más que disfrutarse, sólo se viven porque se deben vivir. Y luego llegamos a casa, lidiar con niños, cuentas, presiones, tareas de hogar, trabajos de escuela, nos acostamos y a dormir! Nuestro cuerpo pide un descanso eterno y luego, la mente nos pregunta qué aprendizajes, lecciones, momentos inolvidables vivimos que podamos llevar a la tumba y entonces… que miedo! Nos damos cuenta que si hoy es el último día de nuestras vidas, lo hemos pasado en blanco, como robot, con la mente apagada y el cuerpo en modo rutina.

Eso pasa muchas veces cuando le cuestionamos a la vida qué hubiera sido de nosotros si hubiéramos empezado a hacer en algún momento lo que nos gusta. A veces sentimos que es demasiado tarde para empezar a cumplir sueños; tener una empresa, hacer manualidades o incluso tomar clases de baile. Anhelamos y soñamos con todas las cosas que hemos dejado pasar por mantener la mente más ocupada en lo que nos parece más importante y lo peor es que la más grande de las rutinas se ha convertido en el «tengo miedo de morir sin haber hecho algo».

Yo tengo una lema de vida que me hace despertar todos los días con ganas de vivirlo al cien: el hoy es lo único que tengo, el mañana no existe, debo ser la mejor versión de mí pero, si estoy equivocada, entonces mañana podré ser una mejor versión de lo que hoy fui. Con esto sólo quiero decir que no hay que quedarse con ganas de nada, hay que aspirar a ser mejores todos los días pero nunca pensando en que podemos posponer las cosas para un mañana que hoy es una palabra de futuro incierto.

De pronto me pasa que, con tanta rutina y pendientes para complacer a todos los que me rodean, me olvido de ser yo y hacer lo que me gusta. Entonces me pongo reflexiva a pensar sobre todo lo que podría darle a mi familia, amigos, seres queridos y personas si me preocupara un poco más por mi. No está mal tomarse un tiempo a solas para reflexionar sobre esos proyectos que siempre hemos tenido en mente y mucho menos darnos el tiempo de utilizar nuestro talento de manera eficaz para lograr nuestras metas.

A veces damos mucho de nosotros a todos los demás y llega un punto en el que necesitamos de los demás pero cuando no vemos esa reciprocidad, puede llegar una crisis interna… ¿por qué? bueno, porque primero hay que preocuparnos por nosotros para poder preocuparnos de los demás, así llegado el momento de crisis, tendremos la suficiente autonomía para salir adelante y el apoyo de los demás será un motor de fuerza secundario… no te partas en pedazos para complacer a los demás.

sec

Haz un ejercicio y cuando te levantes, ve directo al espejo, ve lo mejor de ti y luego, por más insignificante que parezcan tus actos, si los haces conscientes, podrás cambiar algo o alguien y no existe mayor satisfacción que decir «si mañana muero, hoy viví».